A nadie escapa que todas las cuestiones de calidad y certificación ocupan un lugar en el lenguaje de las instituciones, las organizaciones y las empresas. El tema no es para nada nuevo según reportan los que cuentan la historia de la calidad, sin embargo en el siglo XX desde el desarrollo tecnológico que surgió con el motor de combustión interna que a su vez permitió el desarrollo de las líneas de montaje, arrancó la diferenciación de lo que sirve y lo que no sirve. Entre altas y bajas ocasionadas por las dos guerras mundiales la economía del planeta sufrió cambios importantes.
El concepto de calidad ha sido dinámico y ha tenido diversas metodologías como la gestión de calidad total a finales de los cincuentas, en donde se pretendía el control científico del trabajo. Ya para los años 70 se brincó de la calidad industrial a las organizaciones de servicios y administración hasta llegar en los años 80 con la normalización a través de los llamados ISO 9000 para la gestión de la calidad, que se dirigió a la industria, la manufactura y los servicios.
Hoy en día la normalización está avalada por la Organización Internacional para la Estandarización que es la federación mundial que arbitra a los comités técnicos que preparan y establecen los estándares internacionales y son quienes establecen los requerimientos indispensables en los que se basan las normas ISO siempre con una visión hacia la globalización.
Pero la calidad requiere necesariamente de ser gestionada, en la Ilustración de la izquierda (http://principiosdecalidad.blogspot.mx) vemos los ocho principios con los que trabajan los procesos de gestión de la calidad. Que van desde el enfoque al cliente hasta la toma de decisiones basada en hechos. Un sistema de gestión es solamente una estructura que permite a las organizaciones hacer su labor. Este sistema de calidad comprende una estructura organizacional, que requiere de la planeación estratégica que oriente su activad y que se enfoque en resolver las necesidades de sus clientes. Este sistema debe ser flexible y adaptarse a las organizaciones pero debe ser fuerte para darle soporte a la toma de decisiones.
Toda organización que se basada en procesos de calidad busca tener buenos resultados. Para conseguirlos es necesario tener presentes dos ideas centrales, por un lado reconocer que los sistemas de gestión de la calidad representan la integración, entendida como la unificación de la terminología organizacional que permite la búsqueda de la eficiencia y la eficacia, y por otro el sistema de gestión que estructura a la organización y dicta como se va a desarrollar. Entonces la calidad está relacionada con todos los ámbitos de las empresas y las organizaciones, no solo con la producción o servicios que presta, sino también considera el liderazgo y la responsabilidad de los recursos humanos.
En definitiva, el tema de la calidad está inmerso en todos los ámbitos de la vida de las organizaciones y determina, de alguna manera la secuencia de sus procesos que le dan estructura, diferenciación y sentido.
Ahora bien, partiendo de la pregunta ¿cómo llegó la calidad como concepto y acción definitoria a la educación? Está claro que desde los diversos sistemas de gestión de la calidad vieron la necesidad de crear guías específicas por sectores específicos. Además la reflexión internacional por el nuevo milenio llevaron a los países a tomar decisiones sobre el futuro de diversos temas, de ahí surgieron los retos del milenio, en donde la educación básica para todos es uno de ellos. En la obra de Jacques Delors, La Educación Encierra un Tesoro, en el que muchas instituciones educativas han basado su modelo académico, habla de la Educación como pasaporte para toda la vida, argumenta que la universidad, en particular, es la fuente del saber, es la posibilidad de dialogar con el mercado laboral, con la cultura y la posibilidad de educar a la aldea planetaria de la que también habla Edgar Morin.
Por eso decimos ahora, que en el ámbito educativo estamos trabajando para lograr que nuestras instituciones estén dentro de la globalización y puedan participar en la formación de las mujeres y los hombres que pueden aportar sus conocimientos para solucionar los grandes problemas de la humanidad desde su participación en la transformación de su entorno.
En México existen diversas asociaciones que están involucradas con los procesos de acreditación en educación, tal es el caso de los ISO, CIEES, COPAES, ANUIES, FIMPES, ALPES-BAEDI, entre otros. Incluso existen normas institucionales que certifican a los diferentes actores de las instituciones educativas.
Hace algunos años atrás trabajando directamente con la Secretará de Educación Pública en el modelo que hoy presentamos, nos indicó que la instancia correspondiente para lo que queríamos desarrollar para las instituciones socias de la Alianza era por medio de la metodología de los CIEES. Trabajando con ellos nos percatamos de que estas instituciones requerían desarrollar una cultura por la calidad educativa y pedían de un mayor seguimiento para su institución antes de poder acceder a otras certificaciones por programa de estudio. Por lo que nos dimos a la tarea de diseñar un modelo por fases.
La acreditación por fases concebida como Cultura por la Calidad, pretende generar la mejora continua que es como se identifica la calidad educativa. Atiende los procesos organizativos, la generación de indicadores, la gestión académica, la pertinencia de los programas, entre otros aspectos.