He aprendido más y más tratando de entender, analizar y buscar un lenguaje adecuado para que mi mensaje sea claro y conciso de la manera en que llegué de la mejor forma a las personas con las que día a día tengo que tratar.
Llevo un año en el cual no solo aprendí a reforzar mi cuidado, si no también intentando que las demás personas entienda que cuidarse es valioso.
Aprendí y entendí que la sociedad no tiene la cultura de prevención en cualquier aspecto y mayormente en el de prevención de enfermedades o accidentes, por qué se ha transformado en una sociedad que busca la solución de algo que pudo ser previsto, donde también hay ocaciones dónde tristemente no tiene solución solo la espera de un final que nadie quiere nombrar.
Aprendí a valorar aun más la vida y dar cobijo y tranquilidad al familiar que busca ayuda por qué alguien enfermo.
Aprendí a dar esas palabras de aliento para poder decir todo estará bien o simplemente decir hasta pronto.
Convivo día a día con la vida y la muerte pero a pesar de ello busco la forma de sobrellevar el momento y siempre pensar positivo, por qué aunque la ciencia y el conocimiento esté en nosotros por más que luchemos hay ciclos de vida que no dependen de nosotros.
Por ende solo queda intentar que con mis palabras y un mensaje claro cada persona con la que interactúe en este espacio y tiempo se lleve un mensaje de prevención y autocuidado.
Si realmente se entiende ese mensaje mi mayor gratificación será que ellos tenga la capacidad de trasmitir ese mensaje a más personas .
Logrando así que más palabras se lleven a acciones positivas resultando en un equilibrio dónde el cuerpo y la mente esté en sintonía, el reflejo de ello será que su salud física y mental sea óptima.
Aprendí que la vida debemos ser felices y disfrutarla siempre con responsabilidad y empatía por el prójimo.
Pero hay para quienes la vida se sufre, les duele, les da miedo, tristeza y muchas más emociones y combinaciones. Si fuera así aprendí que eso no es vivir, si fuera esa la situación, solo queda sobrellevar el momento e intentar que el tiempo que estén o estemos en esta vida sea lo mejor.
El mañana es incierto y tal vez la persona con la que nos tomemos de frente lo último que vea sea una sonrisa.
La vida continúa y de la misma forma hay que aprender a vivir en circunstancias que tal vez no nos imaginamos pasar alguna vez pero aún a pesar de ello busquemos la forma de ser felices.
Solo quisiera tener el poder de que pudieran ver a través de mis ojos, tal vez de esa manera pudieran aprender y entender un poco más, por qué el personal de salud aclama que se genere empatía y sentido de responsabilidad en la sociedad, es un grito a voces de tantos que siguen luchando día a día y también por aquellas que ya no pueden hablar.
Seguiré intentando que ese mensaje de empatía pueda entenderse y transmitirse.
Que más personas puedan aprender que todos somos valiosos no importando ocupación, oficio o profesión por qué las enfermedades no discriminan en ningún sentido, hay cosas que no tienen precio algunas tan simples como poder respirar o poder decir lo mucho que significa un ser querido de propia voz es algo que no se puede pagar cuando la voz se silencia por una enfermedad.
Ojalá mis palabras lleguen a muchas más, seguiré aprendiendo por qué esta es solo una fase de adaptación para la vida, que hoy nos lleva a buscar otras formas y medios para encontrar ese equilibrio en nuestro día a día.
Cuando termina el año, mi ritual favorito es cambiar de agenda. Todo comienza desde principios de diciembre, donde observo por cualquier tienda donde me paro, la gama de libretas calendarizadas que se encuentran disponibles. He tenido de todas las formas y colores habidas y por haber. Ya se que me gustan que sean de espiral, no muy gruesas y con espacio para poder agradecer mis días.
En noviembre del 2019, las hojas de atrás de la agenda en uso, se encontraban abarrotadas de eventos para el 2020, no me cabían las citas programadas con doctores, los partidos, campamentos, eventos escolares y competencias. Ese año compré mi agenda a mediados de noviembre. El comenzar a rellenarla con días de febrero me dió mucha emoción….. pero la mayoría de estos eventos comenzaban a partir del 10 de marzo. Yo me sentía muy bien, tachando días, fechas y compromisos.
Como siempre lo hago, el 31 de diciembre en el patio queme mi agenda, observé cómo se iba volando la ceniza y agradecí todas las experiencias de ese 2019…. Y me encontraba verdaderamente emocionada de comenzar a vivir el 2020. Enero, Febrero…. comenzaron los partidos de mi hijo y en el segundo de ellos nos avisan que todo parará por un momento, ya que un virus nos mandaba a nuestra casa.
Mi historia no creo que sea tan diferente a la tuya, primero me sentí bien por un respiro, una tranquilidad de estar en casa y agarrar fuerzas porque seguro todos los eventos que nos habían cancelado, se iban a restablecer para uno o dos meses después y volverían las carreras.
Lo único que iba a tener que hacer yo, era tachar las fechas ya marcadas y volverlas a escribir para cuando esto terminara. No pasaba nada, las cosas se retrasan más no se detienen.
Pero es diciembre y efectivamente, por más que yo hubiera pensado lo contrario, mi mundo sí se detuvo. Mi agenda no está en blanco, siempre escribo algo, siempre agradezco lo mínimo que pueda aunque el día no haya sido el mejor.
Hace dos semanas las volví a ver, lo primero que pasó por mi mente fue tristeza, ¿para que quieres una agenda cuando hay tanta incertidumbre para el 2021? ¡Para eso exactamente!, para aprender que todo lo que se escribe se puede volver a reescribir, no de la misma manera como se hubiera querido, eso depende de cada quien.
Tengo solo un evento anotado y los cumpleaños de mis allegados, hasta el día de hoy no hay partidos, no hay competencias, no hay campamentos, no hay eventos escolares…. Todos esos que se quedaron agendados en el 2020, la mayoría no van a regresar y a pesar de mi enojo me dí cuenta que a la única que dañaba era a mi.
Mi hijo no tuvo graduación de secundaria, mi hija no cerró su ciclo con su equipo de baile…de principio lloré, me enojé, me entristecí pensando que en agosto se lograría, hoy es diciembre y mi agenda del 2021 sigue vacía. Son eventos que no regresarán jamás….. Y tengo dos caminos, la negación o la resiliencia.
Marcar mis días con un mundo distinto y comenzar a escribir en mi agenda otro tipo de datos, de metas, de proyectos que puedan darme a mí paz para poder seguir sorteando esta realidad virtual en la que me encuentro.
Mi vida dio un giro, no tanto físicamente sino emocional. Para las personas como yo, donde las agendas rigen su vida, un día nos enseñaron que lo que escribes se puede borrar, y al final aunque lo tachaste y no lo volviste a escribir, encontrarás el fin del porque estamos aprendiendo a soltar un año en blanco y empezar en enero con otro año que se ve así, más sé que no lo será.
2020, año bisiesto y, por lo tanto, para mí, muy esperado. Cada 4 años, espero con ansia que aparezca un 29 de febrero en el calendario, y este año afortunadamente cae en sábado.
Fue la última vez que pude reunirme con mis primos y amigos. Una pandemia que jamás pensé vivir estaba por llegar, es más, ya había llegado a México 2 días antes sin saber las consecuencias que tendría en nuestro diario vivir.
Nos fuimos un mes después a trabajar a casa, después de casi 30 años de estar yendo a trabajar a la oficina. Retos que nadie nos dijo que íbamos a tener y como los teníamos que afrontar.
Miedo, incertidumbre, pero hay que acatar y escuchar por nuestro bien las indicaciones que nos dan. Y así comienza esta “cuarentena” con más desconocimiento de lo que puede pasar.
Mucha gente, pide que ya acabe este 2020 por todo lo “malo” que ha significado, pero en la reflexión, yo veo máscosas buenas que malas a todo lo que ha significado este año diferente.
Aprendí, entre otras cosas, que lo más valioso que tengo, lo sigo teniendo, mi familia, la convivencia con mi hijo y sobre todo a ser agradecida, pensar en la abundancia, que no solo es el dinero y la prosperidad, a que la tolerancia y la paciencia deben de prevalecer para una sana convivencia.
Agradezco la salud, sobre todo, a las personas que me rodean, mis amigos, y mi familia
Ahora pienso en abundancia, que no es la económica, sino en tener pensamientos positivos para que todo llegue magnificado.
Que el tiempo se va tan rápido como este año, y que hay que disfrutar cada momento en el aquí y el ahora.
El dinero no es más que un medio, y que no lo es todo. Que se puede vivir, son tantas cosas materiales que al final nos hace más banales.
La prosperidad esta en cada uno como persona, en nuestros pensamientos y deseos hacia mí y hacia los demás.
Que los cambios a veces no los pedimos, no los vimos venir, pero son necesarios para seguir avanzando.
Que los miedos te detienen y a veces te matan por lo que hay que enfrentarlos con valentía y seguridad.
Aprendí, a cada día dar GRACIAS por todo lo que tengo, lo que tuve y lo que está por venir, y eso, me hace más feliz.
2020, ¡Gracias por todas las enseñanzas, alegrías, tristezas que me diste y no me defraudaste, fue como siempre un año bisiesto diferente y anhelado! Gracias por la salud y por un año más de vida.
Es una palabra africana que proviene del Zulú que habla sobre la armonía entre los seres humanos y su relación con la naturaleza, principalmente referida a la armonía entre las dos partes. Este año 2020 marcado por la pandemia pone en evidencia nuestra fragilidad y sobre todo nuestra falta de conciencia sobre el cuidado y la armonía que debemos guardar con nuestro planeta.
Entonces, qué debemos hacer para reconciliarnos con el planeta, empecemos con la vida cotidiana en la que consumamos menos y de forma más cuidadosa, extendamos a todos los que nos rodean la capacidad de construir comunidades de paz, que sea Ubuntu nuestra inspiración para educarnos, para encontrar los temas relevantes que den soporte al desarrollo sostenible. Recordemos que son las pequeñas acciones de todos los días las que logran el cambio urgente que necesitamos para salvar nuestra civilización. Recuperemos nuestro planeta tierra construyendo comunidad.
Eduquemos en Ubuntu, renovando nuestra vocación de educar para la vida, dejemos atrás todo lo demás. Volvamos al origen de las artes liberales, vivamos de cerca la creatividad y la tan mencionada innovación que inicia con transformar lo inmediato para una economía circular.
Aprendamos y enseñemos todos los días, desde mi punto de vista, la mejor salida y la responsabilidad para un futuro cierto.
Ha sido un año de muchos cambios y situaciones diferentes a las que hemos tenido que acostumbrarnos y adaptarnos para poder continuar con nuestras vidas.
Debido a la pandemia he aprendido muchas cosas que me han ayudado a crecer como persona. El sentirme cómoda al estar sola y tomarme el tiempo que necesitaba para mi, darle importancia a lo que realmente es relevante en la vida, poder definir bien mis prioridades, no preocuparme por las cosas o situaciones irrelevantes que antes se veían como importantes, lo necesario que es ser consciente y cuidarse uno y a los que nos rodean, etc.
El 2020 fue un año que me enseñó bastante y estoy agradecida por todo eso. Prefiero enfocarme en lo bueno que ha sucedido; verle el lado positivo a esta situación y tomar las cosas que vienen de la mejor manera.
No creo que esto termine en cuanto comience el 2021 así que lo mejor es enfocarnos en nuestro bien y el de los demás y estar dispuesto a ayudar siempre que lo necesiten para que la situación se haga mejor para todos.
Empezamos el año normal. Llegó enero y a continuar con las clases. Faltaba un semestre y regresamos con ánimos reavivados. Finalmente, era el 2020. Nadie nos podía decir que el 17 de marzo sería nuestro último día de clases de manera presencial. Y ahí empezó un nuevo reto. En pocas horas, tuvimos que cambiar de dar clases de la manera que sabíamos y estábamos acostumbrados a una forma nueva, digital, que daba miedo, que desconocíamos.
La historia se repitió en muchas casas, en todo el país, en todo el mundo. Pasaron los meses y cada vez nos sentíamos más cómodos. Tomamos decenas de cursos, capacitaciones, vimos videos para saber cómo hacer las cosas. Los que sabíamos un poco más ayudamos a los que no sabían. Íbamos saliendo.
Llegaron las vacaciones de verano y a preparar un nuevo año, que ya se nos había dicho iba a ser a distancia. Así que para muchos las vacaciones se pasaron preparando, planeando, con las ganas de presentar las clases de manera diferente pero siempre con la incertidumbre del ¿funcionará? ¿aprenderán?
Así, empezamos un nuevo año escolar. Ya sin el miedo a cómo conectarnos, cómo presentar. La tecnología empezaba a ser nuestra aliada, no una enemiga más. Día a día empezamos a conectarnos con los alumnos, con otros compañeros, a avanzar en los programas, a hacer ajustes y dejar lo mejor de nosotros. Planeaciones, ajustes, estrategias, todo nuevo pero conocido, todo diferente pero que se empieza a sentir familiar.
Llegó diciembre. Para algunos ya con evaluaciones realizadas, donde de alguna manera podemos ver que se va aprendiendo, que el día a día ha dado resultados. Pero el mejor resultado: un GRACIAS generalizado de los alumnos hacia el esfuerzo de los maestros, que nos pasamos haciendo lo que se veía imposible posible.
Sé que no todos tenemos las mismas oportunidades, pero sí estoy segura que cada uno de nosotros tenemos las mismas ganas y esperanzas de estar y ayudar a los alumnos, de enseñar y que aprenda, que cada uno desde sus posibilidades lo está haciendo. Por eso, ese GRACIAS que a mí me dieron se los comparto, muy merecido para cada uno.